octubre 23, 2015

A Uribe no le va alcanzar para mandar a tanto ahijado

Como si su único argumento relevante para ser elegido fuera el respaldo del expresidente Uribe, son muchos los candidatos que en sus imágenes de campaña aparecen siempre rodeados por el ahora senador.

Todos argumentan que, en caso de ser elegidos, gobernarán con el apoyo (o bajo la sombra) de aquel presidente que fue reelecto. En el listado que se puede consultar en este link aparecen todos los aspirantes a un cargo de elección popular en Antioquia que están respaldados por el Centro Democrático.

Basta con darse una vuelta por los municipios del departamento para encontrarse cuanta fotografía de candidato sea posible con su líder al lado. Es como si esa compañía fuera garantía de una propuesta seria, concreta y relevante.

Lo curioso es que en muchas de esas fotos aparece un Álvaro Uribe con una sonrisa de medio lado, como haciendo acto de presencia solo por cumplir, a veces se le ve incómodo y en ocasiones hasta parecen montajes.

Pero la situación no es exclusiva de Antioquia, se repite en muchos otros departamentos del país, claro, él es el mesías nacional. Centrándose en los principales cargos, es decir gobernador y alcalde, para nadie es un secreto que sus candidatos son vistos como títeres o marionetas y que quien realmente gobernaría en caso de que sus pupilos ganen sería él, Uribe.

Con tantos candidatos que tiene y que lo ponen como su compañero de fórmula, o como le dijo “Pachito”, su “copiloto”, ¿a qué hora va a tener tiempo para gobernar en tanta parte y ser senador? Es que ni el famoso “trabajar, trabajar y trabajar” le alcanzaría.

Si alguno de sus muchachos decide tomar una decisión que a Uribe no le guste, ¿se convertirá automáticamente en su oposición? Eso sería una oposición a muchos gobiernos, porque peinarle todos los moños a don Álvaro no es que sea fácil.

Piense, piense a la hora de votar cómo será ejecutado el plan de gobierno propuesto, si es que hay plan, porque el cuento de “seguridad”, “seguridad”, “seguridad” no es el único problema que debe resolver el nuevo mandatario. Me atrevería a decir que tampoco es el más importante.

diciembre 31, 2014

Otro ciclo que termina

Para empezar a escribir este mensaje, que ya muchos saben que es costumbre en mí, quise leer el del año pasado, y me di cuenta que efectivamente este fue un año diferente. No es el nombre lo que lo marca, es un ciclo, que según nuestra cultura, inicia el primero de enero y estoy convencido de que cada ciclo es diferente.

Fue complejo, inició con grandes alegrías y se fue tornando oscuro y aunque tuvo momentos muy difíciles, la felicidad siempre estuvo ahí. Hubo unos más felices que otros, pero cumplí sueños, recuperé amistades, le saqué más gusto a una afición y conocí gente que de una u otra forma me dejó enseñanzas.

Me caí, me levanté y me volví a caer, suficiente para entender que hay que seguir levantándose y poniéndole el pecho a lo que venga, como los retos que llegaron al final, las puertas que se abrieron y los planes que se empiezan a configurar.

Más aprendizajes, más experiencias, más momentos y recuerdos. Este ciclo estuvo lleno de altibajos y como siempre algo se califica de bueno o malo según las ganancias, tal vez puedo decir que fue un año en el que gané mucho.

Que en el 2015 se siga aprendiendo, se siga siendo feliz y se sigan cumpliendo sueños. Lo de las dificultades las dejamos simplemente para expresarlas, porque al hacerlo las tenemos presentes y decidimos superarlas.

Éxitos en el ciclo 2015.


septiembre 01, 2014

Hasta volé sobre el Pacífico

Montañita hace honor hace su nombre, sobre todo en el diminutivo, pues es un pequeño pueblo, casi un caserío que se recorre de extremo a extremo en unos cuantos minutos. Pero tiene un atractivo y son sus olas para hacer surf, es particularmente por esta razón que allí llegan cantidad de extranjeros para practicar este deporte, profesionales como novatos buscan en este mar la oportunidad para pararse sobre una tabla y demostrar sus habilidades encima de ella. Por eso el pueblo ha ido creciendo y tiene como eje principal unas seis manzanas de comercio con restaurantes, bares, hostales y almacenes de ropa. Todo en un ambiente medio hippie pero de "muy buena onda".

El primer día en Montañita fue algo así como de exploración, tenía que buscar hostal y por eso me fui directo al que me habían recomendado: Oceana. Es un lugar discreto que queda sobre toda la vía de acceso principal, muy económico, tan solo 8 dólares la noche, aunque no incluye desayuno; pero es tranquilo, con baño privado y puro ambiente familiar. No es nada bonito, pero es decente.

Luego tenía que matar el hambre y fui a Hola Ola, gran lugar con excelente comida, presentación y tamaño de las porciones, y el precio muy ajustado a esto. Me gustó mucho ese restaurante, además manejan el concepto de fiesta en la piscina tipo Wild On.

Y finalmente el mar. Nunca había estado en el pacífico y dejé que las olas me revolcaran pidiéndole a Poseidón que me quitara toda la sal que llevaba conmigo. Disfruté ese momento como un niño chiquito, gozando con cada ola y esperando que la siguiente fuera cada vez más fuerte… hasta que un calambre en la pierna derecha me sacó.

En  la noche caminé por el lugar, todavía con dolor del calambre, me tomé un par de tragos y me puse a ver el ambiente de rumba de los hippies, algo más bien tranquilo; comí el famoso rastapan  que es como una especie de panzeroti gigante y a dormir, el cansancio no me dio para esperar la fiesta de la media noche.

Al día siguiente desayuno en lugar llamado Surfway cuya imagen era la fiel copia de Subway, me sorprendió el talento creativo tan colombiano, aunque el lugar era de unos venezolanos. Luego a la playa y nuevamente a disfrutar del mar, no hubo mayores novedades ese día, en la noche busqué los lugares de fiesta; hay para todos los gustos y bolsillos y mucho europeo por todo lado tratando de encontrar alguna chica que esté "buscando visa para un sueño”.

El último día estuvo muy bien aprovechado: primero el desayuno que en la medida de lo posible no podía ser café ni ese pan que de lo duro parece francés,  luego comprar el pasaje para Lima en un café internet o cyber, como lo llaman allá. El asunto es  sencillo: entrar al sito de Cruz del Sur que es la empresa que atraviesa todo Suramérica por tierra, crear la cuenta, seleccionar la silla, llenar lo datos, pagar 85 dólares y listo, imprima el baucher y llegue con tiempo a la terminal el día señalado.

Finalmente el momento de volar sobre el mar. El hostal tiene una pequeña agencia de deportes náuticos y por solo 20 dólares pude hacer parasailing: qué gran experiencia, algo totalmente recomendado que vale mucho la pena. Es que estar volando encima del mar con la vista del pacífico ecuatoriano es una sensación de libertad de esas como el sabor de Quatro: indescriptibe. El vuelo aunque no es muy largo es apto incluso para usarlo como momento de reflexión, por lo menos en mi caso eso fue lo que hice, además de sentir toda esa adrenalina de estar colgado de un paracaídas y amarrado a una lancha a 70 metros de altura, obvio. Por 5 dólares adicionales un argentino te presta una GoPro y te quema un CD con el vídeo del vuelo, ojo, el tipo arranca pidiendo 10 dólares.

Fin de Montañita, el día anterior por 6 verdes había comprado el regreso a Guayaquil con la empresa CLP. Al llegar de nuevo a esa ciudad de la que tanto me advirtieron que me cuidara, busqué los datos del hostal Nucapacha: 11 dólares en dormitorio compartido incluyendo desayuno. Es un lugar amplio, bonito y hasta con piscina, ubicado en un buen sector y a 4 dólares de la terminal. El servicio puede mejorar mucho pues tuve que poner yo mismo las sábanas de la cama y los baños podrían tener una mejor limpieza, por lo demás todo bien, la chica de la recepción con un humor un poco negro me cayó muy bien.

Guayaquil es una ciudad costera que me hubiera gustado recorrer más, pero solo estuve de paso y alcancé a ir al Parque de las Iguanas y la catedral que queda en frente. Ese parque se caracteriza por tener montones de estos animales por ahí arrastrándose y ya están tan familiarizados con la gente que cuando quise tomarme una foto pareció que la iguana posó y luego siguió su camino.

Vale la pena aclarar que esto es en el centro de la ciudad donde me advirtieron que tuviera cuidado con la cantidad de ladrones que hay por ahí, pero debo decir que no tuve riesgo de nada y que además me pareció un lugar ordenado y limpio, tal vez por ser domingo. Eso sí, la mayoría de los taxistas quieren sacar su tajada del turista, como ese que puso a marcar el taxímetro y no llegó a más de un dólar y me quiso cobrar tres, ja!

La terminal de buses de Guayaquil es bonita y ordenada, así como lo es la empresa Cruz del Sur en la que me fui hasta Lima en un viaje de 26 horas de carretera, que para ser sincero casi no se sienten pues el bus es muy cómodo, las carreteras son rectas, el paso de frontera no tiene inconveniente alguno y el servicio durante todo el recorrido es muy bueno, anotando que incluye alimentación por "los 3 golpes". Y así llegué a la capital del Perú.

agosto 06, 2014

Siempre hay una primera vez

Ya viviendo la experiencia de ser un "extranjero" tomamos un taxi para ir al cementerio de Tulcán, el primer pueblo ecuatoriano después de Rumichaca y mi primer destino turístico internacional,  yo ya sabía qué allá iba a encontrar una decoración que parecía hecha por el Joven manos de tijera y nuevamente logré convencer a Robert para que fuera conmigo.

Vista desde una torre del cementerio
Al cementerio, que parece ser el lugar más atractivo del pueblo, se llega en un taxi desde la frontera que no cuesta más de 5000 pesos, pero aquí ya hay que cambiar el chip y empezar a hablar en dólares, nada fácil al ser la primera vez que tenía que hacer pagos en otra moneda (sin contar una que otra compra por internet). Lo mejor en este caso es redondear el cambio para que las cuentas se puedan hacer más ágilmente.

Realmente el paisaje en el cementerio es de admirar: esculturas hechas de arbustos que le dan vida a un lugar de muerte, un sitio que resulta muy interesante conocer pues es un espacio que  se convierte prácticamente en un museo con obras de diferentes formas y tamaños.


Tumbas que no parecen tan tristes
El momento curioso de la visita llegó con unas niñas adolescentes que se quisieron tomar una foto conmigo, aunque no tardé mucho en darme cuenta que obviamente su verdadero interés era Robert, un tipo alto, mono y de ojos grises, pero fue algo extraño porque nos veían como bichos raros a pesar de mi pinta de “hermano colombiano”. Al parecer el hecho de llevar una mochila colgada en la espalda produce un efecto llamativo.

El taxi del cementerio a la terminal de Tulcán costó 2 dólares, se suponía que era 1, pero lo pagó el alemán.

Antes de salir a Quito desayunamos en un restaurante a una cuadra de la terminal en el restaurante San Luis, una comida sencilla y a un precio cómodo, esa fue también mi primera experiencia gastronómica en el exterior, nada muy relevante.

El bus en el que viajamos es de la empresa San Cristóbal, el pasaje costó 5 dólares y aunque no fue tan cómodo como esperaba, fue suficiente; en Ecuador el precio de los pasajes es de más o menos un dólar por hora de viaje.

Llevábamos solo cinco minutos de recorrido cuando nos detuvo la policía antinarcóticos, nos pidieron documentos de identificación y a mi compañero de viaje alemán le hicieron sacar su mochila para "revisarla", de todo el bus fue al único que le pidieron esto, pero solamente le echaron un ojo por encima y rápidamente nos dejaron continuar.

Un par de horas después nos volvieron a detener, esta vez quien tuvo que bajar a enseñar su equipaje fui yo. La verdad me pareció una requisa un poco simbólica, similar a la que hacen los vigilantes de la UdeA. No pasó nada raro y continuamos, pero pensé que ese sería el estigma durante todo mi periplo.

Por fin llegamos a Quito, una ciudad grande que nos recibió con lluvia y algo de frío. En Ecuador cada empresa de buses tiene su propia terminal a parte de la central a la que llegan todos. Así que nos quedamos en la terminal de la empresa San Cristóbal, allí nos dijeron que la dirección que teníamos del hostal Colonial House, daba por ahí cerca, a unas supuestas tres cuadras, así que decidimos caminar, pero no fue tal, realmente no encontramos el lugar y tuvimos que tomar un taxi hasta nuestro lugar de alojamiento.

En el hostal nos recibieron muy bien, Robert decidió quedarse una noche allí y descansar un poco mientras buscaba el lugar donde ya tenía una reserva. Yo decidí esperar a Andrés y Sonja, un par de amigos que venían en moto desde Medellín y que casualmente nuestras fechas de viaje concordaban en algunos puntos, por lo que acordamos encontrarnos y acompañarnos en ciertos trayectos.

Más temprano salí con Robert a conocer la zona y buscar algo de comer, realmente contamos con suerte pues un domingo en horas de la noche en el centro de una ciudad desconocida no es fácil encontrar algo diferente a un problema.

Cambio de guardia
Al otro día por fin me encontré con Andrés y Sonja y cuadramos itinerario, en la mañana fuimos a ver el cambio de guardia presidencial, un evento muy bonito que demuestra el nacionalismo de los ecuatorianos por su país, algo que realmente le falta a Colombia.
En el "miti miti" recordamos aquella escena del Titanic

En la tarde estuvimos en la mitad del mundo, es increíble lo que pasa cuando la fuerza de gravedad está más alejada del centro de la tierra. Vale la pena conocer el lugar y visitar el museo Intiñam, aunque yo lo bauticé como el museo “miti miti”.
El taxista que contratamos para que nos llevara a todos esos lugares nos habló muy bien de su país y su presidente, realmente se ve el progreso y el interés por gobernar para todo un pueblo, mi percepción sobre Correa cambió un poco.

De regreso nos quedamos nuevamente en la Plaza Grande para entrar y conocer el palacio presidencial con una visita guiada en el lugar donde despacha el presidente de turno. Bien interesante ver cómo el mandatario actual exhibe los regalos que ha recibido su país en su nombre.

Esa noche comimos en las Menestras del negro, un lugar que me habían recomendado y que ahora yo recomiendo, allá me devolvieron 5 dólares en monedas, un pequeño karma eso de cargar los bolsillos y no la billetera.

Así planeamos la subida al Cotopaxi
Al final del día empezamos a organizar nuestra subida al volcán del Cotopaxi, casi no logramos encontrar una agencia que nos hiciera el tour con descenso en bicicleta. Finalmente lo logramos y al otro día a las 7:00 a.m. estábamos listos para salir rumbo a esta aventura.

El Cotopaxi es el volcán activo más viejo del Ecuador y un lugar maravilloso con unos paisajes a su alrededor que parecen sacados de película y que ofrecen la posibilidad de acercarse a la nieve, llamas y hasta caballos salvajes.

Ese día fui muy feliz, la experiencia de caminar varias horas en ascenso me llenó de emoción no solo por poder ver esta maravilla natural sino por toda la magia que encierra conocer algo tan sencillo pero tan bonito como es la nieve. Además la bajada en bicicleta fue una buena descarga de adrenalina que terminó de aumentar mi felicidad; quienes me conocen saben lo mucho que me alegra montar en bicicleta.


Minutos antes de empezar a subir
De regreso paramos en un restaurante típico ecuatoriano y allí hablamos un buen rato con Luis, nuestro guía, él también nos habló muy bien de su país y presidente. Es increíble darse cuenta de lo bien que está Ecuador y las garantías que ofrece a sus habitantes. Claro que también hay que ver si a futuro es viable sostener tantos beneficios.

Cuando llegamos nuevamente a Quito nos quedamos un rato en el sector de Fosch buscando algo para tomar y recargar energías después de semejante plan. Ese lugar me hizo sentir en la 82 de Bogotá, es bastante similar.

¡Llegamos!
Directo a descansar, Robert ya no estaba, se había ido al hostal donde tenía una reserva para recoger algunas pertenencias, ahora veo sus fotos en Facebook y me alimenta nuevamente esas ganas de volver a viajar.

Nos recostamos un rato y salimos a buscar algo de comida. La encontramos en una esquina del barrio donde está el hostal, un lugar que también se parece a la Candelaria de Bogotá y que me reafirmo diciendo que en Medellín hace falta un sector similar. Encontramos diferentes tipos de productos grasosos, generosos en tamaño y de muy buen precio, me gustó. Al lado unas empanadas, de queso y horneadas, no me descrestaron mucho la verdad.

El miércoles Andrés y Sonja salieron temprano hacia Montañita, yo salí con una londinense que estaba sola en el hostal, no logramos entendernos muy bien pues mi inglés no es el mejor y su español era muy flojo, pero la aplicación del traductor ayudó.

Fuimos a un centro comercial y montamos en el Transmilenio quiteño. También aproveché para comprar el tiquete a Guayaquil en transportes Ecuador, 10 dólares, o sea unas diez horas de viaje. En la noche la londinense salió de rumba y no volví a saber de ella.

Ya en Guayaquil el bus no entró a la terminal principal, tuve que tomar un taxi que me iba a cobrar 2 dólares cuando había marcado 1, ya me habían advertido de lo vivos que suelen ser allá con este tema.

Allí desayuné y compré el pasaje a Montañita que indicaba la hora de salida para las 9:00 a.m., 6 dólares para un viaje de tres horas, un poco más costoso de lo normal, seguramente porque el bus parecía una excursión de "gringos", solo viajaban extranjeros, era el presagio de lo que me encontraría en mi destino. 

Después de un viaje rápido y tranquilo a medio día estaba caminando por la borde de la carreta, con un el típico calor costero y buscando el hostal que me habían recomendando.

julio 28, 2014

Saliendo de Colombia

Mayo 2, 2014

Viernes. 

El bus con destino a Cali partía a las 9:45 p.m.  y como es usual en mí salí con el tiempo preciso a la terminal. Cuando llegué faltando solo 10 minutos recordé que también es usual que en Colombia los buses intermunicipales no salgan a tiempo, así que tuve unos cuantos minutos de gracia antes de partir.
 
Mientras esperaba la ansiedad me obligó a encender un cigarrillo, a mi lado solo había un pelado mucho más joven que yo que también había acabado de llegar y se quería montar al bus más rápido que yo.

Me preguntó si también iba para Cali y me pidió un cigarrillo, por supuesto se lo ofrecí, dicen que el vicio no se le niega a nadie. Además me preguntó si conocía la ciudad de destino, le dije que no mucho para no ser muy evidente (nunca había ido a Cali) y fue ahí donde me di cuenta que realmente no conocía ninguno de los lugares que estaría próximo a conocer y que me enfrentaría a ese tipo de preguntas e interrogantes muchas veces, en diferentes acentos y con los múltiples riesgos que mi respuesta podría traer. Me asusté. Me emocioné. Me cuestioné. Y me alegré.

Ya a bordo pude disfrutar de varios placeres: no me tocó nadie en la silla del lado lo cual significaba más comodidad, el bus contaba con WiFi, conexiones eléctricas y sistema multimedia con música y películas (una selección de material un poco cuestionable, pero ya era mucho cuento tener esos servicios en este tipo de transporte) y lo más importante: la posibilidad de pensar y no pensar, o pensar trivialidades.
 
Cali

El viaje transcurrió sin inconveniente alguno, una única parada de una media hora en Santa Rosa y continuamos. Prácticamente todo el recorrido estuve dormido, algo no muy normal en mí y un poco curioso teniendo en cuenta la ansiedad del viaje.

Al principio Cali me pareció una ciudad sencilla, sin mayores aspectos para resaltar pero de buen ambiente. Me llamó la atención ver muchos #TweetsUrbanos, pero la mayoría de ellos muy mamertos. 

El clima inicialmente estuvo fresco, pero solo temprano en la mañana, luego sentí ese calor insoportable del que muchos hablan en la “sultana del Valle”.

No fue mucho lo que pude conocer: caminé y utilicé el MÍO (Masivo Integrado de Occidente), estuve en el barrio San Antonio, algo similar a La Candelaria en Bogotá y que me hizo pensar que en Medellín hace falta un sector así, tal vez Prado Centro lo sea, pero le falta vida y seguridad. También conocí el famoso Parque de los Gatos y me tomé la foto obligada.

Parque de los Gatos, Cali, Valle

Caminé por la ribera del río Cali y conocí la famosa iglesia de la Ermita, me decepcionó su tamaño pues imaginaba que era una gran catedral cuando solo es una pequeña capilla.

Hice el plan típico, que no entiendo por qué es tan típico, de conocer un centro comercial: Chipichape, creo que lo que más me llamó la atención es ese tanque que hay en la entrada tipo WB.

Gastronómicamente Cali tiene mucho para ofrecer pero es difícil probarlo todo en un día, en esta ocasión me deleité con un aborrajao que es plátano dulce con queso y una lulada, preparada principalmente con... Lulo, obvio.

Ya en la noche volví a la terminal de buses para seguir mi camino, ahora con destino a Ipiales. Como recomendación diría que es mejor comprar el tiquete en el sitio web de Bolivariano, muy buena empresa. 

Como era de esperarse, el bus tampoco salió a la hora señalada, pero ya es algo que tendría que aprender a  tolerar. Me pareció curioso que en el bus del lado estaba el pelado que un día antes había hablado conmigo antes de iniciar el viaje, ese que tampoco conocía Cali. Seguramente volvía a Medellín, me hubiera gustado poder preguntarle cómo le fue en su primera vez en la "capital del cielo".

Poco a poco voy iniciando ese camino de reflexión, supongo que todavía es temprano para encontrar todas las respuestas que busco, pero espero ir acostumbrándome a la situación.

Salgo rumbo a Ipiales y ya empiezo a escuchar ese acento pastuso, me gusta eso.

Los viajes en la noche se supone que son más tranquilos, sin embargo es triste que en Colombia sea necesario conformar una caravana de buses (mínimo 10) para que pasen todos juntos y así minimizar el riesgo por orden público. Eso pasa en Toribio, Cauca y en mi caso iniciamos esa travesía a media noche. 

La forma de evitar pensar en eso fue ver una película para tratar de dormirme, pero fue ahí que me di cuenta lo sensible que estaba pues lloré con la historia de un tipo que logra irse a Londres a jugar fútbol (Gol). Realmente el viaje me estaba tocando fibras.

Finalmente ya cuando había logrado empezar a dormir, llegamos a Pasto y con el anuncio del conductor me desperté. De ahí a Ipiales, unas dos horas aproximadamente.

Cuando llegamos a Ipiales un "gringo", que resultó siendo alemán, me preguntó algo y nos quedamos hablando un momento. Tal vez por ese intento de conocer gente y no dejar el viaje a la suerte de la soledad lo invité a continuar conmigo, por los menos hasta el Santuario de las Lajas. Después de meditarlo un rato, el alemán aceptó, supongo que también estaba dispuesto a dejarse llevar por lo que el viaje le ofreciera.
 
El Santuario de las Lajas me pareció un lugar muy bonito cuya arquitectura obviamente llama la atención, pero también me decepcionó el tamaño de la iglesia, pensé que era mucho más grande.  El tamaño de las iglesias no estaba coincidiendo con el tamaño de la fe ciega de algunos católicos. Allá también tuve la foto obligada.
Santuario de las Lajas, Ipiales, Nariño










4 de mayo de 2014, el día que salí del país

Domingo

De las Lajas a la frontera es fácil llegar y no cuesta más de 4.000 pesos, pero en mi caso particular la ansiedad hizo que el trayecto se hiciera un poco más largo de lo que realmente es, a pesar de ser unos 10 minutos como mucho.
 
Finalmente llegamos a la frontera y sentí el corazón un poco acelerado, era mi primer salida del país y aunque todos sueñan con viaje a un destino más lejano, para mí fue un primer gran paso. Yo estaba ansioso y con ganas de sellar rápido mi pasaporte. A Robert, el alemán, se le veía tranquilo, la experiencia ya hace parte de él cuando de cruzar fronteras se trata.


Finalmente llegó el momento, primero reportar la salida en Colombia y luego ir a reportar la entrada en Ecuador. Ahí fue cuando sentí esa sensación de libertad. No me importó que mi primer sello fuera en el país vecino, sabía que incluso podía usar la tarjeta andina y evitar gastar hojas del pasaporte, pero cuando uno a cierta edad todavía no ha salido del país, esto se convierte en un gran premio.

junio 22, 2014

Crónica de una decepcionante atención por Twitter

Cuando uno se comunica con una marca a través de redes sociales espera varias cosas: agilidad en la respuesta, solución al inconveniente y un buen uso de la gramática y la ortografía (recordar que ese medio es la imagen de la empresa), además de un poco de orden y coherencia en los comunicaciones. Esta es la historia de lo que me pasó con la principal empresa de telecomunicaciones de la ciudad y una de las más importantes del país y que relata exactamente todo lo contrario a lo que uno espera de una marca en redes.

El 11 de junio hice un primer tweet a @unemejorjuntos expresando mi inconformidad con el servicio de internet. No obtuve respuesta de la empresa, solo un RT de otro usuario inconforme.





Al día siguiente twittié de nuevo hablando de la dificultad para descargar su aplicación para ver el mundial (esa es buena) a causa de la mala conexión que tenía. La respuesta llegó un día después y no daba indicios de solución. A mi juicio por una mala compresión de lectura.



























A ese segundo tweet le siguió un tercero cuya respuesta también llegó un día después y tampoco contenía intento alguno de solución. De nuevo una mala comprensión de lectura.

























Obviamente respondí esperando una mejor atención o que al menos la marca mostrara mayor interés por la inconformidad del cliente, pero solo hubo silencio.


























Un par de días después, 15 de junio, y aburrido con el servicio hice otro tweet, está vez más directo y hasta con una imagen como prueba. Esa publicación desencadenó una conversación con quejas de otros usuarios y por fin un intento de la empresa por atender mi requerimiento. Curiosamente esa respuesta sí llegó rápido. (Disfrute la conversación completa y las respuestas que otros usuarios reciben)

























Me pidieron que enviara un mensaje directo con mis datos y así lo hice. La respuesta a ese mensaje tardó dos días, pero al menos ya tenía un número de radicado. Irónicamente decía que me darían una pronta respuesta.


























Digamos que hasta ahí "normal". Otro comentario aunque no mencionando directamente a la marca:



























Uno de los usuarios que me acompañó en este recorrido fue @alebak, él también recibió respuestas desconcertantes. Ojo al uso de los signos de interrogación y a los tiempos de respuesta:




























Bueno, ojo que ya me habían dado una respuesta con solicitud de datos e incluso ya tenía radicado, sin embargo dos días después me escriben esto:


























Ya era evidente el desorden para manejar las inconformidades, pero luego de que ya les había dado mis datos, y unos minutos después al anterior tweet, me salen con esta:


























Obviamente respondí ya un poco inconforme y la respuesta llegó, por segunda vez, con el número de radicado, pero como ya era costumbre DOS DÍAS DESPUÉS:



























Pero eso no es nada, minutos después casi me voy al piso con esta otra respuesta, ridícula, tardía y sin tener en cuenta que ya me habían respondido antes con algo totalmente diferente, además con mal uso de los signos de exclamación y un emoticón que me pareció hasta cínico:


























Obvio ya estaba bastante inconforme con el trato recibido y expresé de nuevo ese malestar, otra vez con imágenes como prueba de lo sucedido. La respuesta contenía por tercera vez el número de radicado y un "te llamaremo". ¿Cuándo recibo la respuesta? Obvio, dos días después:



























Cuando le conté a alebak lo que estaba pasando, en una nueva intervención de la empresa me entero que me harían una visita técnica, nunca me llamaron para informarme:



























Después de tanto desorden y múltiples respuestas con tiempos absurdos le digo esto a la empresa como un llamado de atención para que mejoren sus procedimientos:


























Ojo a la respuesta DOS DÍAS después y al uso de los signos de exclamación:



























Cuando por fin me visitaron agradecí a la empresa y hasta con eso la volvieron a embarrar, ahí sí respondieron rápido, pero la conversación que se dio después también fue decepcionante y con expresiones un poco desacertadas para una marca de ese tipo:
























































Y hoy cuando estaba terminando de escribir este post, me llega este tweet dos días después, como de costumbre, ¿pero acaso ya no me habían preguntado cómo había ido con la visita técnica?



























Cualquiera se preguntará por qué no llamé al call center para solicitar la revisión del servicio, la verdad es que creo en los medios digitales y me gusta ese canal para realizar trámites, además una llamada de estas resulta también muy incómoda por el tiempo que uno se puede demorar escuchando mensajes como "su llamada es muy importante para nosotros, en un momento lo atenderemos" o escuchando un audiorespuesta de presione 1 para esto, 2 para aquello, 3 para esto otro y así. Sumándole que casi siempre es necesario hablar con varios asesores hasta que por fin uno entienda el requerimiento y documente el caso.

Son varias las inquietudes a las que se llega después de esta experiencia:

¿Cuántos CM's manejan la cuenta?
Si es uno ¿qué pasa con el orden? Si son varios ¿por qué no se comunican entre sí?
¿De verdad la empresa tiene la capacidad instalada para dar respuesta a los clientes a través de este medio?

Soy consciente de la dificultad para manejar una cuenta de este tipo, de hecho hace algunos años estuve al frente de ella y sé de lo que se trata, pero en ese momento la directriz era solo publicar contenidos comerciales y no de servicio al cliente, ¿debería seguir siendo así?

Yo quiero a la marca y es por eso que además de incomodarme ese procedimiento, me duele que sea ese el manejo que se le esté dando a ese medio y por ende a sus usuarios. Más que una queja es un llamado de atención para que la empresa tome los correctivos necesarios.