Para nadie es un secreto que soy
pésimo para hacer ejercicio. He desperdiciado al menos cuatro intentos por
llevar una rutina constante en un gimnasio. Cuando juego fútbol lo hago muy
bien como estorbo centrodelantero y así sucesivamente con cada actividad
deportiva en la que me embarco.
Por eso no me pronunciaré frente
al hecho de practicar algún deporte en especial, pero sí, frente a una
actividad que demanda un poco de esfuerzo y exige un mínimo de estado físico en
aceptables condiciones.
Todo empezó luego de haber
expresado, a través de Twitter, mis deseos de salir a dar una caminadita. El
día provocaba hacerlo y una querida amiga
me invitó a montar en bicicleta con un combo de gente que tiene dicha
costumbre.
Ella me vendió la idea, me dio
argumentos, me echó flores, intentó convencerme. Y yo tímidamente acepté.
Recuerdo haberme preguntado en
qué carajos me había metido. Se trataba de hacer un recorrido en bicicleta por
una buena parte de la ciudad, usando una ruta que previamente se había trazado,
que tenía un punto de partida y un punto de llegada; claro, además tenía que
cubrir el trayecto desde y hasta mi casa. Todo, después de más de dos años
teniendo la bici ahí, empolvándose.
La primera sorpresa: otra buena amiga
ya hacía parte de este movimiento y me recibió entre sorprendida y emocionada.
Sí, es un movimiento. Un movimiento ciudadano, un movimiento sin ánimo de
lucro. Un movimiento que simplemente busca lograr que otros se den cuenta que
la bicicleta es un medio de transporte viable y que los peatones y conductores
deben entender y respetar.
También parece un típico
movimiento revolucionario con consignas hippies y cánticos tipo “♪ Ya van a
ver, ya van a ver, cuando las bicis se tomen el poder ♪” o “No contamina, ni
usa gasolina (bis)” y “Más amor, menos motor (bis)” y así. Esa parte no me
gusta, pero siendo justo, he de confesar que me emociona ver tanta gente
coreando esos versos. Y cuando digo “tanta gente” me refiero a una cantidad
considerable de personas: entre 400 y 500 aproximadamente.
Y es que ver más de cuatro
centenas de personas, recorriendo la ciudad cada miércoles en la noche, de
verdad emociona y motiva. No solo por el espectáculo visual que es esto, sino
también por la reacción de la mayoría de transeúntes desprevenidos que se
encuentran con esta “partida de locos” y que celebran el paso de la caravana y
hasta alientan y felicitan a todos los “bicicletos”, como si se tratara de una
etapa de la vuelta a Colombia la que estuvieran viendo. Esa buena energía de la
gente también me sorprendió.
Confieso además que me gusta ver
cómo los vehículos se deben detener ante un bloqueo, en el que voluntarios se
atraviesan en sus bicis para que los demás puedan pasar tranquilamente. A los
de los carros no les queda de otra que esperar y ver pasar bicicletas. Son
pocos los que se molestan y son más los que dan una muestra de tolerancia y
aplauden la actividad. De verdad emociona ver cómo algunas vías de la ciudad
“colapsan” por un par de minutos y por una buena causa.
Y eso que ese bonito caos resulta
más estimulante el último miércoles de cada mes, cuando se hace "la fiesta de la bici" y la cantidad de
personas, al parecer por la unión de varios colectivos con una misma causa,
podría decir que se cuadruplica (Tal vez mucho más) y la masa se hace aún más
grande, más llamativa, más impactante.
Lo mejor de todo esto, es que acá
no se busca competir, no se trata de una carrera de velocidad; tampoco interesa
el tipo de bicicleta que usted tenga y mucho menos importa la pinta con la que
salga a rodar. Una actividad perfecta para mí, que me demanda un poco de
ejercicio, que me sirve para salir del sedentarismo y que hasta me motivó a
dejar de fumar. Por enésima vez, pero es un aliciente bien importante.
Si se quiere unir a este parche,
cada miércoles, a las 7pm en el barrio Carlos E. Restrepo, puede llegar con su
bici y la buena energía para pedalear por Medellín.
Es tanto el gusto que le he
cogido a esta actividad, que estoy empezando a considerar la idea de ir al
trabajo en bicicleta, por lo menos cuando tenga pico y placa. Por algo se
empieza.
Así que si algún miércoles no
sabe qué hacer en la noche, este es un buen plan, o si va por ahí por la calle
y ve este combo de gente, relájese y disfrute.
Acá una pequeña muestra de este
parche.
Buena vibra. Estos son espacios que visualizan la ciudad de una forma agradable y alegre.
ResponderEliminarSí Jorge, y la actividad que ustedes impulsan aporta a esa imagen positiva de la ciudad.
EliminarQue buen texto! Sumando!
ResponderEliminar¡Eso!
EliminarPablo, que buena descripción de este excelente movimiento! Para mi realmente es uno de los mejores parches que se pueden encontrar en esta maravillosa ciudad!
ResponderEliminarGracias Mauricio. Coincidimos, es un gran parche.
EliminarMe encantó tu escrito, además de que entregas una experiencia que muchos podemos adoptar como propia... Excelente!!!
ResponderEliminarGracias Marce. La invitación está abierta. Yo termino diciendo que estoy considerando la posibilidad de ir a la oficina en bici, pues efectivamente ya lo estoy haciendo y se siente muy bien. Dale, animate.
Eliminar